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Zaragoza es cruce de caminos, lugar de encuentro. Hoy viven cerca de 700.000 habitantes, más de la mitad de los que hay en Aragón. Te abre las puertas una ciudad moderna y cómoda bañada por el Ebro y sus afluentes, el Huerva y el Gállego. Una ciudad con mucha historia que contar. Zaragoza ofrece a sus visitantes un rico patrimonio histórico-artístico, fruto de sus más de dos mil años de historia. Iberos, romanos, musulmanes, judíos y cristianos han dejado huella de su paso por la capital, haciéndola merecedora del título de Ciudad de las Cuatro Culturas. Aunque las primeras noticias de la ciudad nos hablan de un asentamiento ibérico llamado Salduie o Salduba, el núcleo inicial de la actual ciudad de Zaragoza fue una colonia creada por los romanos, en el año 24 a.C., para los veteranos del ejército, llamada Caesar Augusta. A este origen se debe el trazado urbanístico del casco antiguo y su primer perímetro, el denominado Coso. De los romanos quedan las murallas, el Teatro Romano, el Puerto Fluvial y las Termas Públicas. En el siglo VIII se convirtió en un centro musulmán importante llamado Medina Albaida Sarakosta. Los Banu Qasi, procedentes de Lleida, la convirtieron en capital de su reino taifa, ya que fue la capital de la Marca Superior de Al-Andalus y cuyo mejor testimonio es La Aljafería, el Palacio de La Alegría, hoy sede de las Cortes de Aragón. En el año 1118 Alfonso I el Batallador la conquistó y la convirtió en la capital del reino de Aragón. El arte mudéjar llenó de sencillez y estrellas las torres de las iglesias de la Magdalena, San Pablo, San Gil y San Miguel, el Torreón de la Zuda y el muro de la Catedral de La Seo. En ésta caben todos los estilos: románico, gótico, renacentista y barroco. Hay otra joya barroca: la Basílica del Pilar. En el siglo XV se incorporaron a la ciudad los arrabales de labradores de San Pablo y de pescadores de las Tenerías. Durante el reinado de Fernando el Católico se fundó la universidad y se construyó la Lonja. Con el siglo XVI, llega el esplendor, se construye la Lonja, la iglesia de Santa Engracia, las Casas de los Morlanes, de la Mestranza, los palacios de los Condes de Morata, de Argillo, de Armijo, el de Sástago y el Patio de la Infanta. En el siglo XVIII, al perder Aragón sus fueros por los decretos de Nueva Planta, la ciudad dejó de ser sede de importantes instituciones del reino de Aragón. Durante la guerra de la Independencia, 1808-1814, Zaragoza resistió el asedio de las tropas francesas. A finales del siglo XIX se convirtió en el foco de una fuerte inmigración rural atraída por el reciente proceso de industrialización de la ciudad Luego vendrán la profunda reforma urbanística de los siglos XIX y XX y la modernización del siglo XXI. A todo esto hay que añadir otras iglesias y museos, plazas que recuerdan avatares históricos como la heroica resistencia frente a los franceses de Los Sitios o el monumento al Justicia, figura típicamente aragonesa. Tal profusión monumental no hace sino poner de relieve el papel fundamental de Zaragoza en la historia de España. En el año 2008 Zaragoza fue la sede de la exposición internacional cuyo eje temático fue Agua y desarrollo sostenible. La celebración, que duró de 93 días, dejó también su huella en la ciudad, con elementos como el Puente del Tercer Milenio, el Pabellón Puente o la Torre del Agua. Tú verás por donde empiezas la visita pero te lo pone fácil el bus turístico que te permite subir y bajar cuando quieras con el mismo billete. A tu disposición, dieciséis paradas que se reparten por toda la ciudad. La primera en la calle Don Jaime, junto a la Plaza del Pilar, la última al otro lado del Ebro para ofrecerte una bella estampa de la ciudad. Luego, con atravesar el puente de Piedra estás en el sitio en el que empezaste. Si quieres hacer compras, una buena zona para bajar es la Plaza de Basilio Paraíso desde donde tienes a tiro de piedra el Paseo de las Damas plagado de propuestas, Independencia, Sagasta o La Plaza San Miguel, donde vivió algún tiempo Goya en una casa que sigue en pie. Podrás visitar el Parque Grande con su Jardín Botánico, el paseo de San Sebastián y un par de museos y, para desengrasar, puedes sentarte a la sombra de un árbol, tomar un tentempié o dar una vuelta en tren o en bici. Cerca, la Romareda y el Auditorio. Puedes visitar el Paraninfo de la Universidad o la Puerta del Carmen, una de las entradas a la ciudad del siglo XVIII y símbolo de la resistencia zaragozana durante los Sitios, que se mantiene en pie a pesar de que hace unos años recibió la embestida de un autobús. Los más peques tienen el Megabús, realiza el mismo recorrido pero la guía recrea con sus vestidos la época romana. Otra manera de descubrir Zaragoza es a través de las visitas teatralizadas, de la mano de personajes de otras épocas. Por cierto, si te acompaña un rumor durante tu estancia en la ciudad y tu pelo se alborota más de la cuenta, no te preocupes, es el cierzo, un viento típico de aquí bastante revoltosillo. |
Delphi.2000