Ribera Baja del Ebro

RIBERA BAJA DEL EBRO

quinto

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La comarca de la Ribera Baja del Ebro ocupa algo más de 1.000 Km, el 2,26% de la superficie total de Aragón.

Se extiende a ambos márgenes del cauce del río Ebro: Quinto, La Zaida, Cinco Olivas, Sástago, Escatrón por el margen derecho y Pina de Ebro, Gelsa, Alforque y Alborge desde el derecho.

La Ribera Baja del Ebro conserva emplazamientos romanos y visigodos así como un amplio legado dejado por los árabes: los nombres de los pueblos (Alborge, Alforque, La Zaida,…), arquitectura, fortalezas, horno de vidrio, norias, azudes y sistemas de riego (utilizados en la actualidad como emplazamientos hidroeléctricos y de otra índole).

El clima hace que la agricultura sea de secano, centrada sobre todo en el cultivo de cereales y forrajes.

Las riberas del río garantizan una tierra húmeda y fértil de huertas y frutales que contrasta con la aridez de las tierras en el norte por el desierto de los Monegros.

La base de la economía de la comarca sigue siendo la agricultura.

La creciente actividad industrial de la comarca se reparte entre Sástago (fabricación de cuchillos), Quinto, Pina y la Zaida (centro de producción de perboratos y agua oxigenada).

Podemos destacar dos iniciativas: las centrales hidroeléctricas de Sástago y la central de cogeneración de La Zaida.

En la Ribera Baja del Ebro se encuentra yacimiento de alabastro más importante del mundo, se calculan más de treinta millones de toneladas de reserva de este material; sin embargo, se extraen tan solo veinte mil al año y la mayor parte se exporta en bruto.

ALBORGE

ALBORGE

Arquitectura popular:

El pequeño núcleo de Alborge atesora un interesante conjunto de construcciones tradicionales, testigos de la importancia pasada de muchas actividades hoy desaparecidas.

Aunque en la actualidad el cultivo del olivo es casi anecdótico, Alborge llegó a contar con hasta tres almazaras o molinos de aceite.

El mejor conservado se encuentra en la parte baja de la población.

Fechado en 1775, todavía conserva parte de la maquinaria y prensas originales.

Otro tipo de molino es el harinero. Formaba parte de un conjunto con un norial, azud y acueducto que abastecía de agua las huertas de la población.

Conviene no olvidar la visita al pozo nevero recientemente restaurado; una impresionante construcción excavada en la roca arenisca.

El legado del pasado:

Su nombre denota su origen árabe (al-burj; la torre), quedando únicamente las ruinas de su castillo.

Ya en el siglo XII, Alfonso II cederá la población al señorío eclesiástico de Rueda.

La iglesia de San Lorenzo es una construcción de finales del siglo XVII donde destaca su interior, con interesantes adornos en estuco o la impresionante y luminosa cúpula.

Otro edificio interesante es el ayuntamiento, construido en 1885 en estilo neomudéjar con uso de ladrillo y piedra de mampostería.

También resultan singulares por su número y sentir popular los peirones o pilones, como los de la Virgen de Montler, el Pilar... si bien destaca por su belleza el de san Antón.

Paseando por sus calles descubriremos bonitos ejemplos de arquitectura popular bien conservada como puertas, balcones, rejería, escudos....

Naturaleza y paisajes:

El río Ebro, al llegar a Alborge, se encajona entre paredes y cortados verticales, formando un conjunto de meandros de singular belleza.

En los alrededores de Alborge un bonito itinerario por la ribera del río nos descubre el antiguo paso de barca hasta Cinco Olivas, acercándonos hasta el entorno del molino harinero.

Desde allí, podremos disfrutar de sus frondosos sotos, accediendo por un pequeño puente hasta una mejana (isla).

Desde el mirador de las Tres aguas podremos disfrutar de una fantástica perspectiva del río con el azud del molino.

Otra alternativa es disfrutar de los paisajes de estepa, descubriendo la belleza del gris en el camino a Alforque.

ALFORQUE

Alforque

Los habitantes de Alforque han aprendido a convivir con el río, utilizándolo durante siglos como sustento, fuerza motriz y medio de comunicación.

Contemplando el paisaje desde el mirador de la barca, se deduce que Alforque siempre ha vivido mirando al Ebro.

Hasta hace unos años, era una barca de paso (ahora recuperada) la que servía de acceso principal a la población, evitando así el aislamiento que el lento deambular de los meandros encajados le condenaba.

Cuenta con un molino harinero que, junto a un azud y norial, elevaban las aguas del río para regar las fértiles huertas de la población.

En sus orillas, podremos encontrar pequeñas balsas conocidas como zafaraches, utilizadas para la pesca y distribución de anguilas, muy abundantes en sus aguas hasta mediados del siglo XX.

El legado del pasado:

Desde su privilegiada ubicación en un altozano, mirador natural protegido de la furia del Ebro, las piedras de la iglesia de San Pedro han sido testigos de terribles enfrentamientos en el pasado.

Tenemos que remontarnos hasta la primera Edad del Hierro (siglo VI a.C.) para encontrar el poblamiento más antiguo de Alforque.

En época romana, el Ebro cobrará importancia, junto con las calzadas romanas, como vía de comunicación, conservándose parte del estribo de un puente de la Vía Augusta.

La ocupación árabe dejó una marcada huella, presente en el nombre de la población, que perdurará durante siglos.

Será a finales del medievo cuando se ponga en marcha su complejo sistema de riego, basado en un azud y noria.

De su iglesia tardogótica destaca su torre, auténtica atalaya sobre el valle.

Como curiosidad, les invitamos a descubrir las inscripciones que aparecen talladas en sus muros.

Naturaleza y paisajes:

La presencia del agua del Ebro condiciona los diferentes paisajes de Alforque.

En apenas unos metros pasaremos de los frondosos sotos y fértiles huertas al gris de la estepa.

El río Ebro, en su largo peregrinar por las tierras de la Comarca, al llegar a Alforque cambia su fisionomía y comienza a encajonarse entre escarpes verticales, formando un paisaje insólito conocido como meandros encajados.

El poco espacio llano es utilizado para huertas, de forma que, los sotos y espacios forestales quedan relegados a las mejanas o islas que, debido a su inaccesibilidad, se convierten en verdaderos paraísos para la fauna.

Mientras, la estepa continúa imperturbable su actividad, con una explosión de vida todas las primaveras, en un paisaje dominado por el yeso y el alabastro.

CINCO OLIVAS

cinco olivas

Historia y tradiciones:

Cinco Olivas con tan solo 2,3 km2, es el término municipal más pequeño de la comarca, pero atesora en su entorno numerosas muestras interesantes de su historia y pasado en común.

Hay que remontarse a época romana para encontrar los primeros testimonios de su ocupación, a modo de "villae" rural.

De su pasado árabe queda la impronta en su urbanismo, construcciones o los sistemas de riego.

Destaca el monumental molino harinero de tres plantas, que tuvo anexa una noria y que está catalogado como uno de los únicos molinos de "regolfo" en Aragón.

Para cruzar las orillas del Ebro se utilizaban los pasos de sirga, conservándose los cimientos y la casa del barquero del paso a Alborge, junto a un agradable merendero.

Destaca también una curiosa silla de paso a la cercana población de Alforque.

Próximo al embarcadero y el lavadero se encuentra el molino aceitero, construido en el siglo XVIII y recientemente restaurado.

El legado del pasado:

Documentada su existencia ya en 1199, Cinco Olivas ha desafiado el paso del tiempo, desde su ubicación casi insular, protegida por las aguas del Ebro.

Sin duda, el edificio más monumental de Cinco Olivas es la iglesia de Santiago.

Construida en el siglo XVII, es un bonito edificio de mampostería y ladrillo que en su interior custodia una interesante pila de agua bendita en alabastro.

Situada a la entrada de la población, la ermita de San José es una sencilla construcción totalmente encalada que, junto a los más de cinco pilones o peirones del término, cuenta con el cariño de sus habitantes.

Muy próximo, dominando el horizonte, se encuentra el Fortín de Sástago, una atalaya defensiva de las guerras carlistas que formaba parte de una red a lo largo del Ebro.

Naturaleza y paisajes:

El paisaje de Cinco Olivas se encuentra marcado por el Ebro que todo lo domina.

Sus aguas riegan sus fértiles campos y protegen espacios vírgenes en sus mejanas.

A excepción de las puntos más elevados, la mayor parte del término municipal de Cinco Olivas se encuentra cultivada mediante un complejo sistema de acequias.

Los espacios naturales quedan relegados a las orillas del río, donde se forman en algunos puntos, pequeños sotos inundados regularmente por las aguas del río.

Pero, sin duda, los lugares más interesantes son las mejanas o islas, formadas al amparo de los azudes y que, debido a su inaccesibilidad se convierten en verdaderos refugios para la fauna.

Desde el embarcadero de Cinco Olivas, tendremos la posibilidad de conocer y disfrutar de este tramo del río Ebro de meandros encajados, único en todo su curso.

ESCATRÓN

escatron

Patrimonio histórico:

A lo largo del paso de los siglos, Escatrón ha ido acumulando un importante patrimonio histórico: iglesias y ermitas, construcciones fluviales, norias, molinos, fortificaciones...

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es una monumental construcción barroca, que atesora en su interior el retablo del altar mayor del Monasterio de Rueda, salvado por los vecinos de Escatrón de la ruina tras la desamortización.

Otras construcciones singulares son la ermita de Santa Águeda o el convento de San Javier.

Disfrutaremos paseando por sus calles, descubriendo bonitos ejemplos de arquitectura civil o muestras de la devoción de sus habitantes como el arco de Santa Águeda.

Junto a las aguas del Ebro, se encuentra el antiguo embarcadero y las  ruinas de los antiguos almacenes, recuerdo de una época en que el río fue navegable.

El legado del pasado:

La historia de Escatrón está íntimamente ligada al río Ebro y su tradicional utilización como vía de comunicación por las distintas culturas.

Los iberos, instalados en el Cabezo de Muel, fueron los primeros habitantes conocidos de Escatrón, que más tarde bautizarán los romanos con el nombre de "scatro".

Será en época árabe cuando se transforme el paisaje en huertas, mediante el desarrollo de acequias y norias.

A partir de la fundación del Monasterio de Rueda en  el siglo XII, Escatrón pasará a formar parte de su señorío eclesiástico.

Esa dependencia del abad de Rueda finalizará en el año 1835, con la desamortización, si bien, el monasterio seguirá muy presente en el sentir de sus habitantes.

Naturaleza y paisajes:

Tras un sinfín de vueltas imposibles en los meandros encajados, el río Ebro, al llegar a Escatrón, modifica su fisionomía como si se preparara para su transformación en embalse.

Escatrón es la población más oriental de la comarca, y por ello más abierta a la influencia mediterránea.

De este modo, el clima se hace menos riguroso y permite la aparición de extensas manchas de pinar como en el entorno del Mocatero.

En estos paisajes, destacaremos por su singularidad la presencia de paleocanales (antiguos cauces de río fosilizados), muy característicos en el Bajo Aragón.

El río Ebro, aguas abajo de Escatrón, comienza a perder su bravura, alcanzando la lámina de agua del embalse de Mequinenza.

embalse de Mequinenza.

Sus orillas y mejanas albergan numerosos sotos, refugio para la fauna.

Próximo a la población, se encuentra el río Martín que, tras recorrer tierras turolenses, vierte sus mermadas aguas en el Ebro.

GELSA

Gelsa

Herencia de un rico pasado, los habitantes de Gelsa, han sabido conservar lo mejor de su cultura y tradiciones donde las omnipresentes aguas del Ebro tiene un papel protagonista.

Desde sus orígenes, los habitantes de Gelsa han sabido convivir con el Ebro, aprovechando la fuerza de sus aguas o sirviéndose de ésta para el cultivo de sus extensas huertas.

El antiguo azud que derivaba el agua hasta un molino y un impresionante norial de tres ruedas, dará paso, en el siglo XX, a su transformación en central hidroeléctrica y fábrica harinera.

Lugar de paso del Ebro, desde época romana con la Vía Augusta, ha sabido preservar antiguos sistemas de paso de barca hasta sus fértiles mejanas (islas).   

En la actualidad, Gelsa compagina su pasado agrícola con una floreciente industria centrada en productos derivados del yeso.

El legado del pasado:

Documentada ya desde el año 1171, Gelsa probablemente fuera fundada con anterioridad por los árabes, como atestiguan muchos restos de esa época.

Hasta su expulsión en el año 1610, la población de Gelsa era mudéjar (musulmanes que, tras la reconquista cristiana, convivían con el resto de las culturas conservando su religión, costumbres e idioma).

Prueba de ello es la impronta que dejó en el barrio morisco, junto a la calle de los Cubiertos, recientemente restaurado, y que forma el mejor conjunto de arquitectura popular de la comarca.

Su iglesia parroquial, erigida en el siglo XVII, está dedicada a San Pedro Mártir, custodiando en su interior el relicario de la Santa Espina.

De carácter monumental por sus dimensiones, es la ermita del Buen Suceso, destacando también el antiguo casino, hoy ayuntamiento de la población.

Naturaleza y paisajes:

Al abrigo de las aguas del Ebro y sus fértiles huertas, un sinfín de aves y pequeños mamíferos encuentran alimento y refugio.

La calidad de sus tierras es tal que, hasta las mejanas (islas) son cultivadas.

Marcados por un clima seco y suelos de yeso, el paisaje monegrino, se adueña del horizonte una vez nos alejamos de la influencia de las aguas del Ebro.

Son amplios horizontes de lomas aplanadas y largas "vales", donde los cultivos de trigo de secano compiten con la vegetación esteparia en el dominio del suelo.

Tan solo la sabina albar (Juniperus thurifera) es capaz de formar pequeñas masas forestales de monte abierto, localizando ejemplares impresionantes como la sabina milenaria.

Lejos del tópico del desierto monegrino, se trata de unos paisajes de gran valor ambiental con una elevada variedad de especies que bien merecen su visita para descubrirlos.

LA ZAIDA

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A pesar de un pasado agroganadero muy reciente, más del 90% de la población activa de La Zaida está ocupado en el sector industrial, desde que en los años sesenta se instalará la primera industria.

La Zaida es uno de los municipios más dinámicos de nuestra comarca.

La instalación del ferrocarril y, el desarrollo posterior de una industria química importante, han permitido consolidar su población durante los últimos años.

Otro de los sectores con un gran potencial de crecimiento es la explotación del alabastro, ya que de esta zona de Aragón, sale el 95% de la producción mundial de este material para su transformación posterior.

Explotado desde hace siglos por su maleabilidad y transparencia, de nuestras canteras salió el material para los retablos de Rueda (hoy en Escatrón), La Seo o el Pilar.

El legado del pasado:

Diferentes excavaciones arqueológicas indican que, La Zaida ha estado poblada al menos desde el siglo VI a. C., existiendo restos de época romana, visigoda o árabe.

No será hasta la época medieval, con la ocupación árabe, cuando La Zaida vaya configurando su actual ubicación.

Tras la reconquista, formará parte de un señorío nobiliario que durante más de 450 años recaerá en la familia Ximénez-Cerdán.

Los árabes habían desarrollado todo un sistema de riegos basado en azudes, norias y acequias que desaparecerá, al menos parcialmente, tras la expulsión de los moriscos en 1610.

Al igual que otras poblaciones de la comarca, La Zaida quedará prácticamente despoblado.

De su caserío destaca la iglesia de San José del siglo XVII anexa a la casa de los Ximénez-Cerdán, actualmente en ruinas.

Naturaleza y paisajes:

Casi las dos terceras partes de la superficie de La Zaida es paisaje de secano, marcado por una aridez extrema que contrasta con el fulgor del verde al amparo de las aguas del Ebro.

A través de antiguos sistemas de riego mediante azudes y norias, las generosas aguas del Ebro transforman en regadío la extensa huerta de La Zaida.

La vegetación natural queda relegada a las orillas del río y numerosas mejanas (islas), verdaderos oasis para la fauna.

El río Aguasvivas, agotado del largo viaje por tierras de secano, vierte sus exiguas aguas en el Ebro, cediendo parte de su caudal a la próspera industria química de la población.

Allá donde no llega el agua de los ríos se extiende el secano, que aprovecha las largas "vales" de fondo plano, con suelos profundos y fértiles para su cultivo.

Los terrenos menos aptos para su cultivo son abandonados, configurando pequeñas manchas de paisaje estepario original.

PINA DE EBRO

pina de ebro

Los restos más antiguos de Pina son de la edad del bronce (1800 al 700 a.C.) y se localizan en el paraje de Val de Cenicero, próximos a lo que se convertirá en la Vía Augusta romana.

En el año 1127 Pina, tras ser conquistada por Alfonso I, es entregada a las órdenes militares.

Pronto pasará a formar parte del condado de Sástago, formando parte esencial de éste.

Durante estos años, la población de Pina era principalmente mudéjar, con un importante porcentaje de judíos, conservando testimonios de su antiguo barrio hebreo como la "casa del judío".

La convivencia de las tres culturas fue un ejemplo de armonía que, tan solo se verá empañada por las sangrientas incursiones de bandoleros y pastores montañeses en el siglo XVI y XVII, por el control de los pastos.

Paseando por sus calles, disfrutaremos de interesantes ejemplos bien conservados de arquitectura civil renacentista aragonesa.

El legado del pasado:

Pina de Ebro, que ha sufrido los efectos del enfrentamiento con bandoleros, tropas francesas, carlistas, Guerra Civil..., sin embargo, nos muestra orgullosa su patrimonio restaurado.

Del patrimonio histórico artístico de la población destaca la iglesia de San Salvador, edificio mudéjar que, durante el siglo XVI, será transformado en convento fanciscano.

La actual Plaza de España, verdadero corazón de la población, se construye a principios del siglo XX, sobre las ruinas de lo que sería el palacio de los condes de Sástago.

El mismo destino tendrá la iglesia de Santa María, destruida durante la Guerra Civil y de la que tan solo se conserva su torre.

Naturaleza y paisajes:

El extenso territorio de Pina de Ebro esconde un buen número de espacios sorprendentes, testigos de otras épocas y reflejo de una naturaleza ajena a la transformación del hombre.

Situado al norte del municipio, La Retuerta de Pina es un extenso sabinar que conforma uno de los paisajes más antiguos de Europa.

Su visita nos permite hacernos una idea del paisaje monegrino autóctono, sin  la transformación secular por el hombre.

En contraste con la aridez de la estepa, a lo largo de las orillas del Ebro, encontramos numerosos sotos como el de La Mechana.

Estos bosques forman espesas selvas, a veces impenetrables, que son el refugio de un buen número de aves.

Resulta obligado citar la presencia de varios galachos; se trata de antiguos cauces del río Ebro que quedaron abandonados, formando pequeñas lagunas naturales cubiertas de carrizos.

QUINTO

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La población de Quinto se desarrolló a los pies del cerro llamado El Piquete; con calles sinuosas que delatan su origen morisco, en contraste con el nuevo urbanismo surgido tras la Guerra Civil.

El núcleo antiguo de la población está delimitado por tres portales de origen medieval.

Su función era proteger las entradas de la villa a modo de recinto fortificado.

Además, ofrecían la protección del santo al que está dedicado, con una capilla u hornacina en la planta superior.

Paseando por la población, descubriremos bonitos ejemplos de arquitectura popular, palacios renacentistas como la antigua casa parroquial, e infinidad de detalles como escudos, rejerías...

Alejadas de la población se encuentran las ermitas de Bonastre y Matamala; esta última a los pies de las ruinas de un antiguo poblado desaparecido.

El legado del pasado:

Joya mudéjar, declarada en el 2001 patrimonio de la humanidad por la UNESCO, la antigua parroquial de la Asunción ha recuperado su esplendor tras años de olvido y abandono.

Los orígenes de Quinto se remontan a la época romana, en relación al quinto miliario de la calzada que unía Lépida Celsa con Caesaraugusta, y de donde recibe el nombre.

En el siglo VIII los árabes se fortificarán en el cabezo del Piquete, junto a la actual iglesia.

Con la reconquista, la huella de los musulmanes se mantendrá en el barrio de la morería y, sobre todo, en la construcción de la torre mudéjar de la iglesia de la Asunción.

Este monumental edificio, que domina toda la población,  fue construido en el siglo XIV, sufriendo numerosas transformaciones con el paso de los siglos.

Durante la Guerra Civil fue utilizado como bastión defensivo quedando totalmente devastado.

Naturaleza y paisajes:

Los paisajes de Quinto están marcados por la presencia de las aguas del Ebro; éstas van a condicionar la aparición de la estepa o los sotos, del secano o la huerta.

Los paisajes naturales de nuestra población constituyen un verdadero paraíso para el disfrute de la naturaleza.

El Ebro dibuja sinuosos meandros que, en su libre discurrir, han formado galachos (tramos del cauce abandonados) y mejanas (islas) de extrema belleza.

Se trata de entornos bien conservados gracias a la protección de sus aguas. Arriba, alejada del río, la estepa compite con los nuevos regadíos, al amparo de la Reserva Ornitológica del Planerón.

Como curiosidad, anotar que en el pasado, la población gozó de dos establecimientos de baños termales gracias a las propiedades minerales de sus manantiales salinos.

SÁSTAGO

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Durante siglos, Sástago ha sabido combinar la agricultura con una producción artesanal de prestigio, como los cuchillos de nácar, el sombrero sastaguino, la extracción de sal o el alabastro.

A lo largo del extenso término de Sástago son muchas las sorpresas que se esconden al viajero.

El antiguo castillo de La Palma, de origen medieval, es testigo privilegiado de la importancia que durante siglos tuvo la población árabe, transformando el paisaje a través de azudes, norias y acequias, hasta ahora conservados.

Con la reconquista, Sástago pertenecerá a los Alagón, futuros condes de Sástago, el segundo linaje más importante de Aragón.

Durante el siglo XVII se edificará la iglesia barroca del Pilar, muy castigada durante la Guerra Civil.

Desde la ermita de Montler, documentada desde el siglo XIII, se obtienen unas impresionantes vistas de los meandros.

No podemos olvidarnos de edificios tan singulares como el Fortín o el Tambor, con clara función defensiva como torres vigía a lo largo del Ebro.

Monasterio de Rueda:

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Fundado a principios del siglo XIII por la orden del Císter, el monasterio de Rueda es, tras su reciente restauración, uno de los principales atractivos de nuestra comunidad.

Construido al amparo de las aguas del Ebro, el monasterio alberga un impresionante conjunto de edificaciones de distintas épocas y funciones.

Durante siglos fue motor de la economía del entorno, con un señorío eclesiástico del que dependían multitud de poblaciones.

Declarado monumento nacional en 1924, en la actualidad acoge una hospedería de cuatro estrellas ubicada en el palacio abacial.

Destaca por su volumen, la iglesia de tres naves con una torre mudéjar de planta octogonal.

El claustro cisterciense es quizá el espacio más hermoso por la decoración de sus galerías; a su alrededor se organizan todas las dependencias.

En su entorno, ligado a la vida monástica, encontraremos su monumental noria junto a un molino harinero, además de otros edificios como la antigua almazara o un pozo nevero.

Naturaleza y paisajes:

Sástago se encuentra formando parte de uno de los paisajes más singulares de Aragón: los meandros encajados, donde el Ebro describe curvas imposibles que parecen querer rodear la población.

A unos escasos metros del Ebro, arriba, en los cantiles que delimitan el trazado del río, comienza la estepa.

Dominada por los espartales y romerales, a primera vista se nos antoja como un paisaje duro y gris, pero constituye un excelente refugio para una fauna muy variada, con un importante número de especies endémicas.

Profundizando en el paisaje monegrino llegaremos hasta las lagunas de Sástago, que constituyen el mayor conjunto endorreico de Europa, con más de cien lagunas saladas de gran interés científico y paisajístico.

Su visita no deja indiferente a nadie, destacando por su tamaño la laguna de La Playa, antaño importante explotación de sal, contando con una serie de itinerarios interpretados, así como puntos de avistamiento de aves.

VELILLA DE EBRO

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Velilla de Ebro conserva entre sus tradiciones uno de los dances más antiguos de Aragón. Se representa con paloteado, espadas o castañuelas al son de la dulzaina o la gaita aragonesa.

Rodeada de leyendas y milagros, la campana de Velilla interesó a numerosos eruditos del siglo XVII como Gracián, Quevedo o el Padre Feijóo.

Al parecer, desde tiempo inmemorial, la campana tañía por sí sola para anunciar malas noticias.

Su relación con el Ebro es fruto del intenso vínculo de los habitantes de Velilla, que se afanaron durante siglos en aprovecharse de sus aguas mediante molinos, noriales, azudes, paso de barca...

Resulta imprescindible la visita a su iglesia mudéjar, así como a la ermita y mirador de San Nicolás de Bari.

El legado romano:

En el año 44 a.C., Marco Emilio Lépido fundaba la colonia romana llamada Victrix Iulia Lepida, consolidando de este modo el control del Ebro y su paso en la Vía Augusta.

Lépida será renombrada como Celsa, llegando a alcanzar una población de 3.500 habitantes gracias a un próspero comercio apoyado en su puerto fluvial.

El yacimiento tan solo muestra una mínima parte de la ciudad, ya que se presume que el teatro y el foro se encuentran bajo el actual pueblo de Velilla.

Destaca por su interés la trama urbana de calles empedradas, los mosaicos de la casa de los delfines, la manzana de comercios...

La visita se complementa con el museo del yacimiento donde se exponen las  principales  piezas  encontradas.

Naturaleza y paisajes:

A su paso por Velilla, la amplia llanura del valle del Ebro comienza, poco a poco, a encajonarse entre cantiles escarpados, preámbulo del paisaje de meandros encajados aguas abajo.

A escasos metros de la población, junto al antiguo molino harinero y el desaparecido norial, parte un camino agrícola que accede a las mejanas del Ebro.

Cultivadas sus fértiles tierras desde antiguo, ofrecen al visitante una perspectiva insólita del río, conservando pequeños sotos impenetrables junto a numerosos azudes.

El secano se extiende sobre paisajes dominados por el yeso, el esparto y la ontina, donde la fauna encuentra refugio en pequeñas balsas ganaderas.

Salpicando el paisaje, las explotaciones de alabastro, delatan su presencia por los desmontes y escombreras a cielo abierto.

Para más información:http://www.riberabaja.es/

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