Detrás del Instituto Verdaguer se encuentra uno de
los ejemplares arbóreos más curiosos del parque: se
trata de la acacia de Constantinopla. Se la conoce
popularmente como árbol de las sedas, por sus flores
lila. Es un árbol muy poco corriente, del que apenas
se ven algunos ejemplares en los jardines públicos.
Proviene del Japón, y se la denomina Albrizzia julibrissim.
Hay gran variedad de especies de acacias por las tierras
calientes de todo el mundo. Son especialmente abundantes
en la sabana de África y de Australia y en muchas
islas de la Polinesia.
Numerosas especies de acacias cultivadas o silvestres
proporcionan productos industriales importantes como
la de la goma arábiga o los taninos.
La madera de algunas especies como, por ejemplo,
la acacia de madera negra, es muy apreciada en ebanistería
y carrocería por su facilidad de pulido perfecto. Se
utiliza también, por su dureza, en la fabricación
de culatas para armas de fuego.
Muchas especies del género se cultivan en jardinería
y se plantan en parques y avenidas como es el caso
de la acacia del Japón.
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